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MAKOKE HABLA SOBRE SU HIJO JAVIER TUDELA Y CÓMO AFRONTA LA ENFERMEDAD DE MARINA

Makoke ha roto su silencio para hablar con total sinceridad sobre uno de los momentos más difíciles de su vida: la enfermedad de Marina Romero, su pareja, y cómo esto ha afectado no solo a ella, sino también a su hijo, Javier Tudela. La colaboradora y ex de muchas portadas no ha eludido lo duro que está siendo, y ha compartido cómo están todos en casa, en esos días cargados de emociones, miedo y esperanza.

Desde el principio, Makoke deja claro que no es fácil. Reconoce que hay momentos muy duros, lágrimas que salen de forma inevitable y una montaña de incertidumbre. Es normal, dice ella, porque “es ser humana”: no se espera estar fuerte todo el rato cuando tu pareja está enferma, cuando tu hijo sufre, y cuando no sabes bien qué pasará mañana.

Hablando de Javier, Makoke asegura que él lo vive desde la responsabilidad pero también desde el corazón. No es sólo su hijo: es un joven que está viendo cómo su madre pasa por algo muy grave, y por eso Makoke intenta estar presente para él, apoyarlo, escucharlo y darle seguridad. No quiere que se sienta solo ni desprotegido, y subraya que él, a pesar de todo, está bien dentro de lo que cabe. Su fortaleza ha sido una luz muy importante para ella en estos días complicados.

Con Marina, la cosa es más frágil. Según Makoke, hay “momentos de debilidad” evidentes, porque igual de valiente que puede ser, también es humana. Y el dolor, el miedo y la fatiga pesan. Pero Makoke no deja que la tristeza se coma todo: cuida a Marina, la arropa con gestos de ternura y no descuida las pequeñas rutinas que pueden hacer la diferencia (esos detalles que muchas veces el resto no ve, pero que en una enfermedad grave son un cable a tierra).

Además, Makoke confiesa que ha aprendido a leer entre líneas: a interpretar las miradas de su pareja, a adaptarse a sus necesidades y a crear espacios de calma cuando el caos amenaza con dominar. No es un papel fácil —nadie firma para esto—, pero ella se lo toma con responsabilidad, con mucho amor y con esa mezcla tan suya de realismo y esperanza.

Por último, Makoke dice que no va a bajar la guardia: va a seguir siendo el pilar que ellos dos necesitan, consciente de que no puede controlar todo, pero con la intención firme de poner lo mejor de sí misma cada día. Y lo hace también por su hijo, para que Javier sepa siempre que detrás de tanta adversidad hay un hogar, un refugio.

En definitiva, Makoke no está escondiendo nada. Está compartiendo su vulnerabilidad, pero también su valentía. Está enseñando que las enfermedades no son solo un drama para los pacientes, sino una prueba para toda una familia. Y que amar también significa acompañar en las caídas, estar cuando el miedo asoma y seguir luchando, aunque el camino sea duro.

(S)TALKEANDO